sábado, 21 de mayo de 2011

La tómbola que nunca toca

Así es, como si de una tómbola de feria se tratase, los candidatos a las diferentes alcaldías municipales han ido repartiendo sus boletos estos últimos días. Boletos llenos de arriba a abajo de promesas que nunca se llegarán a cumplir o que se quedarán a mitad de camino. Igual que al niño al que se le pone una piruleta delante para esconderla después, los políticos se avalanchan contra los ciudadanos ofreciéndoles hacer realidad sus más anhelados deseos (aumento de salarios, reducción de precios, creación de puestos de empleo, mejora de las infraestructuras, lucha contra el terrorismo para garantizar la seguridad ciudadana…) con el mero objetivo de recaudar votos, o siguiendo con la metáfora, de vender sus boletos. Pero todos sabemos cómo funcionan las tómbolas: nunca tocan. O mejor dicho, a la larga provocan que toque para recordar a la población que están cumpliendo con su programa electoral y mantener así adormecido su espíritu crítico, que mantiene a los políticos en la cúspide del poder y la corrupción, y les permite seguir jugando con la gente de la calle. En resumidas cuentas esto viene a ser: mínimo bienestar garantizado para los ciudadanos y máximos beneficios para nuestros dirigentes.

Bien es cierto que recientemente, y dada la situación que atravesamos, algunas personas se han lanzado a la calles para protestar contra nuestro insuficiente sistema democrático con frases o eslóganes como: “El sistema no funciona y podemos cambiarlo. Los partidos mayoritarios no nos representan”. El movimiento 15-M lleva ya una semana defendiendo el derecho de los jóvenes, así como de los parados, pensionistas y demás afectados, a tener una vida digna a través de movilizaciones masivas que recuerden a los políticos que los que sufrimos las consecuencias de la crisis derivada de su mala gestión somos nosotros.

Llevo ya demasiado tiempo oyendo decir a nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que empezamos a salir de la crisis, que en poco tiempo empezará a notarse la mejoría. Pero eso lo oí el año pasado, y el mes pasado… y la cosa sigue igual. De hecho, durante el pasado mitin del PP en la plaza de toros de Valencia, el presidente provincial Alfonso Rus hizo alusión a este mismo aspecto recordando que Zapatero “dijo cuando había 2,5 millones de parados que no estarían solos”, a lo que Rus añadió que “ahora hay cinco millones de parados”. Entonces me pregunto yo: ¿de verdad estamos saliendo de la crisis? ¿O cada vez vamos a peor? Porque de vez en cuando oigo que tal persona o tal otra se ha quedado sin trabajo… Y, mientras tanto, ahí está Zapatero reiterando que España está saliendo de la crisis. Y ahí está el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, sosteniendo la misma idea cuando dice que el crecimiento del PIB durante el primer trimestre del año es positivo, pero débil y limitado al mismo tiempo. Vamos, que España se encuentra estancada. Pero queda más esperanzador decir que estamos avanzando por la “senda de la suave recuperación”.

Sólo espero que mañana, día de las elecciones municipales, los vencedores se vuelquen por repartir ilusión entre los ciudadanos y por intentar recuperar la confianza perdida en la política española. Sólo espero que repartan boletos premiados. Que cumplan sus promesas. Que sean transparentes. Aunque mucho me temo que esa transparencia será la de los fantasmas que hasta ahora nos han gobernado. Puede que un poco menos acusada, pero, al fin y al cabo, igual.

Y como no mejore la situación, me veo a los 30 ó 40 viviendo aún en casa de mis padres, trabajando tres meses para una empresa, tres meses para otra y el resto de meses en el paro. Pero sin cobrar, ¿eh? Sin contratos decentes. Trabajando mucho y cobrando poco. Teniendo que declarar a Hacienda y pagando además. Sin dinero para comprarme una vivienda propia. Un coche. Ahuyentando la idea de formar una familia porque no hay manera de sustentarla. Temiendo el momento de la jubilación por si retiran las pagas. Y viendo como políticos, presidentes de empresas y demás peces gordos se enriquecen mediante estafas mediatizadas.

Así es España. Una tómbola donde lo único que se hace es perder.

sábado, 7 de mayo de 2011

La muerte de Bin Laden, ¿realidad o ficción americana?

Muchos son los que a día de hoy, prácticamente una semana después de la “supuesta” muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, siguen haciendo del escepticismo su punto de vista con respecto a dicho tema. Y no sólo hablo de la gente corriente de la calle, los cuales nos tenemos que conformar con las verdades a medias que nos suelen llegar a través de los medios de comunicación; hablo también de periodistas, expertos en derechos humanos de la ONU, etc.

Y justamente hoy que reabro el debate (puesto que lleva abierto desde que se dio a conocer la información) sobre si la muerte del terrorista es cierta o no, los medios de comunicación publican una noticia que dice que los islamistas afganos confirman la muerte de Bin Laden.  De este modo son ya tres los grupos que insisten en que el hecho es cierto: el Gobierno de los Estados Unidos, la propia red terrorista Al Qaeda, y ahora los talibán afganos.

No obstante, bajo mi punto de vista y el de muchos otros, sigue habiendo demasiadas incongruencias en la llamada operación Gerónimo.

En primer lugar, el gobierno americano se ha pasado diez años buscando a Bin Laden en cuevas de Afganistán donde aparentemente se hallaba escondido tras el atentado a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001. ¡Diez años! Y ahora de repente se les ocurre utilizar técnicas de tortura simulada a un par de presos de Guantánamo que sorprendentemente desvelan el paradero del terrorista más buscado de los últimos tiempos. Y para mayor sorpresa, su escondite secreto no se hallaba en una cueva, sino que era una mansión de lujo en Pakistán a la que, al parecer, fue bastante sencillo acceder.

Siguiendo el transcurso de los acontecimientos, los soldados entraron en la mansión y acabaron dando con el terrorista. Aquí es donde debemos atender a las declaraciones del portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, el cual afirmaba poco después que "Bin Laden no iba armado, pero intentó defenderse". Toda una casualidad difícil de creer. Por ello, tras las habladurías de la población, se rectificó la información diciendo que el terrorista tenía a mano un rifle AK-47 y un revólver Makarov que no le dio tiempo a usar, ya que los soldados le dispararon antes para evitar una masacre mayor. Esta información apareció publicada en el New York Times, otorgándole así la credibilidad que le faltaba en sí a la trágica y a la vez fácil muerte de Osama Bin Laden.

Acto seguido, los soldados recogieron el cuerpo tiroteado del terrorista y lo arrojaron al mar sin más, porque pensar en la idea de oficiar un entierro bajo el agua es algo absurda. El caso es que el Gobierno estadounidense dijo que se había enterrado el cuerpo en el mar siguiendo la tradición islámica. Pues yo no me lo creo. En ningún sitio se dice que los islamistas entierren los cadáveres en el mar, y tampoco creo que los soldados hicieran algún tipo de ritual o ceremonia islámica antes de deshacerse del cadáver. Y no soy el único que lo piensa. Numerosos artículos periodísticos dudan de si el cuerpo pertenecía al del líder terrorista, en caso de ser verdad lo que cuentan.

Y para colmo, queda el tema de las fotografías sacadas al cuerpo sin vida de Osama Bin Laden y que el Gobierno de los Estados Unidos de América no quiere hacer públicas. ¿Por qué? ¿Porque no es un trofeo según dice el presidente Obama? ¿Porque aparece el cuerpo mutilado sin piedad? ¿Por qué se quieren evitar alzamientos de fanáticos seguidores de Bin Laden? No. Porque no hay cuerpo diría yo.  Estamos acostumbrados a ver los cuerpos desmembrados de civiles en las imágenes de cualquier guerra. Ver una foto más de la misma calaña no hará gritar de horror a los ciudadanos. Es más, zanjaría el tema de la polémica en la muerte del líder de la red terrorista Al Qaeda.

En fin, no soy quién para juzgar, pero ya empiezan a barajarse distintas teorías al respecto. Entre ellas, que Bin Laden ya estaba muerto, que se encuentra retenido y preso, o incluso que existe un pacto entre Obama y Bin Laden para fingir su muerte y desaparecer del mapa a cambio de algo que jamás sabremos. El poder de ambos bandos es tal que no dudaría en que alguna cosa similar pudiera haber ocurrido en verdad.

Y así se entremezcla la realidad con la ficción estadounidense. Quizás todo forme parte de la campaña de marketing que la directora de En tierra hostil, Kathryn Bigelow, está preparando para su próxima película. Una película sobre la muerte de Bin Laden. Una película que, como la realidad misma, será casi más ficción que realidad.